El último adiós.

Por una mujer se hacen mil sacrificios, y un hombre puede pelea su condición de únicas e irreplicables. No existen dos iguales en el mundo, son todas un universo de miradas y formas exclusivas que las hacen acreedoras del trofeo de reinas de la exclusividad. Y un hombre puede enfrentar situaciones en las que la dignidad, orgullo y otros valores que están altamente situados en las escalas de satisfacción en nuestra sociedad se rebajen a la condición de superfluas.
Al hombre lo ubico de mis tiempos de participación política partidista en La Florida a principio de los noventa –debe ser algo menor que yo. Él de la JDC junto a su hermano un dirigente nacional de esa organización, siempre fueron personajes bastantes agrandados, engreídos diría. Con los años los deje de visar, y ya instalado en la Maestra los empecé a ver regularmente en el local. Nunca me han vuelto a saludar a pesar de que me identifican.
Anoche lo vi llegar al filo de lo permitido en sobriedad, como eran pasadas las tres de la mañana y en realidad no quería problemas como el de la noche anterior, entro acompañado de otro sujeto. Cuando daban más de las cuatro lo divise en movimiento, me refiero que observaban a alguna mujer y que no es extraño para los depredadores que llegan en busca de la amistad del fin de la jornada. Colocan el último tema y se me cruzan nuevamente entre el gentío que comienza a preparar la salida. Pero van en sentido contrario.
Ya están prendidas las luces día y él esta parado conversando con un cliente. Por el movimiento de los brazos es una discusión. Me acerco y los escucho reprochando sobre unos empujones que le propino uno al otro. El conocido le decía en un momento que fuera con Dios y le toca el hombro, el otro le empuja y esta a punto que la sangre llegue al río, finamente voy a intervenir cuando se adelanta una mujer que increpa al visitante y le dice que la cosa es con ella, que ya basta de todo eso y que se vaya. El visitante grita sobre un amor mal terminado, sobre la traición y el asco que le provoca a él, y cosas por el estilo. Es una escena de drama. La mujer se sienta al fin cuando el visitante ha dejado la Maestra, y le cuenta a una amiga que ella estaba conversando con un hombre que conoció en el lugar y que su ex pareja no le deja tranquila.
He visto muchos enfrentamientos de esta naturaleza en los casi seis años de trabajo, y generalmente es uno de los dos el que se denigra. En cualquier caso el hombre es definitivamente más violento y pedante, las mujeres que intentan resarcir su afecto por lo general llegan a comprobar la infidelidad, o el término definitivo de la relación, que se expresa en un nuevo vinculo o lo que puede ser parte del proceso que vive el otro.
Indudablemente que estas cosas marcan el mito personal de los hechos, que en un buen tiempo no se aparecerá en el lugar seguro que su conducta tendrá ese reproche silencioso de las miradas maliciosas de los otros.

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