Aniversario XIX (2)

Una amiga norteamericana, Christine -conoció la Maestra en su estadía en nuestro país hace unos meses- me cuenta que no ha encontrado ningún lugar que se le parezca a nuestro templo de la rumba. Puede ser que esta característica única e irrepetible nunca se encuentre replicada en otro rincón del mundo, que hace que todos vuelvan a la tierra en que nacieron –literalmente- ya alcanzamos para la primera generación biológica de rumberos concebidos a partir del baile que cobija nuestras paredes. Todos somos parte de la historia de un espacio mágico que se hace de las visitas constantes de los rumberos y los demás espécimen que componen la fauna de nuestra capital.
A Christine y los que han descubierto la Maestra y se han enamorado este espacio, a los que regresan después de muchos años, una y otra vez, a todos ellos… Maestra Vida.




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