Amor, amol... salsa y un regalo...

Siempre estas creaciones del Mercado son tentadoras. Imagínense hablar de algo tan poderoso como el amor y te ofrecen un millón de productos para que puedan ser comprados y regalados en serie, cual factoría de parejas de final rosa de película.
Un amigo de la casa, nuestro espacio vital, decía que a lo que se referían con toda esta faramalla no era al amor era AMOL, que es una idea ambigua y sin mucho contenido que se refiere a aquellas manifestaciones vacías y estandarizadas en que dos personas se tocan pero no necesariamente se sienten.
Y cuando hablamos de amor es esencial sentir, no existe mayor manifestación en la certeza que el otro está. Y es una fuerza que le ha dado sentido a muchas formas en Maestra Vida.
En veintidós años he visto variadas maneras de amor y amol. Manifestaciones que van desde el simple cosquilleo a la pasión desenfrenada, desde la declaración del conquistador a la descarada mentira del ansioso. Por estas paredes han circulados las mayores apuestas que se han jugado entre dos seres, apretados por la canción rumbera, en que ella se deja seducir, o él juega a ganador con la mujer que le trae encendido el cuerpo.
He visto también, dolor. El sufrimiento por el amor no correspondido, por la pérdida de la persona querida, por la infidelidad, zozobrando promesas eternas mientras duran las palabras.
Quien no ha bailado Gilberto Santa Rosa, Marc Antony o esa canción de Polo Montañez. Quien no ha querido aprehender el cuerpo del otro en ese instante en que la lírica pide entrega y pasión.
Y los ciclos que se leen en nuestros rumberos. El o ella han encontrado un amor entre las paredes de Maestra y se pierden en los ajetreos de la nueva vida, pasan meses o años, hasta que la vorágine de los procesos personales los devuelve a la pista, acumulando experiencia para seguir en la rumba.
Hace algunos meses supuse una metáfora para explicar la vida (también el amor).
Dice que la vida (y el camino del amor) es una jornada en Maestra que comienza a las 10 de la noche y termina a las cinco en la madrugada. En esta jornada lo que hacemos es aprender a bailar, buscamos al compañero(a) con el que podamos sentir y disfrutar esa canción, y las que vendrán. De pronto bailamos un solo tema. Con otro u otra bailaremos una hora… pero siempre es una búsqueda. Cuando lleguemos a la madrugada estaremos con él o la compañera de baile que dejarás cuando termines la vida.

Quiero contar una historia para graficar el significado del amor o el desamor.
En alguna oportunidad llegó a la puerta de la Maestra un sujeto, mexicano de entrados cuarenta y tantos años, muy compuesto. Le pidió al hombre sinérgico de la entrada que le permitiera ver un momento el local. Parado en la mampara batiente observando la penumbra que se muestra mientras las parejas bailan preocupadas en sus momentos, el portero esperaba a que se decidiera al fin, tomara alguna decisión: entrar o seguir su ruta. Al fin al sujeto mexicano se le ha llenado la mirada de una pesada capa de humedad, una señal de que está sintiendo algo más cercano al dolor que al placer.
Sin dejar de mirar dice: la conocí en un lugar como este. Es bella, y baila como un ángel, sabes? se deja llevar en las vueltas sin ninguna pretensión más que la propia satisfacción de vivir el baile.
Suspira: Ya no entro a lugares como estos, cada canción me recuerda su presencia. La quiero lo suficiente aun como para no entrar a tu boliche. En todo caso se ve entretenido.
Dio media vuelta y se perdió entre el gentío.

Para los rumber@s que han amado en una canción de salsa, y que es la vida que se baila, vaya un sincero saludo, sí que sabemos de amor y salud.

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