Al fin nos encontramos para reconocernos. Los rumberos nos saludamos en las noches y ahora, a la luz de un día algo gris, nos mostramos sin máscaras, así, junto a nuestras familias, junto a aquellos que no alcanzan a entender del todo esas desapariciones sagradas los fines de semana a ese lugar que dice muchas cosas significadas para cada cual: Maestra Life, la maestra, maestrita, el templo, la capital de la salsa, mi lugar sagrado, el espacio que me carga las pilas, mi sesión de gimnasio o el sicólogo por un par de lucas, la oficina, mi casa, el antro, boliche, tugurio, sucucho, para algún desprevenido la tierra de Mordor, maestra viva para el disléxico, incluso lenocinio para otros, en fin, todos sobrenombres válidos y que sirven para describir esta esquina.
Esquina donde noche tras noche, año tras año, ocurre la magia propiciadora de encuentros y felicidades, alarma que indica la manera que pasa el tiempo en el cuerpo, pues ya no da con la misma fuerza el giro o la técnica en la pista.
Ahora develamos para los que nunca han venido: esta es Maestra Vida, este es el lugar que trae cada semana a miles a disfrutar. Les damos entonces la bienvenida a la celebración de nuestros 22 años de existencia.
Desde esta tribuna de festividad queremos saludar la decidida lucha de la nación mapuche que con su ejemplo también nos llama a hacernos cargo de esa difusa festividad llamada Bicentenario, un cúmulo de lugares comunes sin un contenido real.
Decir fiesta en Maestra Vida es dar las gracias por el aporte a nuestra identidad que traen los inmigrantes en sus maletas, la salsa y los ritmos afro-caribeños que nos llenan de satisfacción, gracias a esas personas de color extraño que nos hacen gozar jornada a jornada.
En este contexto es que el próximo 19 de septiembre Maestra Vida participará con un carro alegórico y un escenario en la fiesta de la primavera que convocan organizaciones estudiantiles y ciudadanas en el barrio Yungay. Nuestro tema será justamente el reconocimiento al aporte de la migración a nuestro país, pudiendo decir de una vez por todas que somos un territorio donde conviven distintas identidades naciones, cada cual con su aporte al total que somos nosotros: el Chile del Bicentenario.
Esquina donde noche tras noche, año tras año, ocurre la magia propiciadora de encuentros y felicidades, alarma que indica la manera que pasa el tiempo en el cuerpo, pues ya no da con la misma fuerza el giro o la técnica en la pista.
Ahora develamos para los que nunca han venido: esta es Maestra Vida, este es el lugar que trae cada semana a miles a disfrutar. Les damos entonces la bienvenida a la celebración de nuestros 22 años de existencia.
Desde esta tribuna de festividad queremos saludar la decidida lucha de la nación mapuche que con su ejemplo también nos llama a hacernos cargo de esa difusa festividad llamada Bicentenario, un cúmulo de lugares comunes sin un contenido real.
Decir fiesta en Maestra Vida es dar las gracias por el aporte a nuestra identidad que traen los inmigrantes en sus maletas, la salsa y los ritmos afro-caribeños que nos llenan de satisfacción, gracias a esas personas de color extraño que nos hacen gozar jornada a jornada.
En este contexto es que el próximo 19 de septiembre Maestra Vida participará con un carro alegórico y un escenario en la fiesta de la primavera que convocan organizaciones estudiantiles y ciudadanas en el barrio Yungay. Nuestro tema será justamente el reconocimiento al aporte de la migración a nuestro país, pudiendo decir de una vez por todas que somos un territorio donde conviven distintas identidades naciones, cada cual con su aporte al total que somos nosotros: el Chile del Bicentenario.
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